lunes, 30 de mayo de 2011

otoño


Una canción brotaba de mí un atardecer de abril. Nostalgias, pájaros carpinteros, mis dedos entre el pasto sintiendo su altura increíblemente verde. La bicicleta y yo con ella atravesando la ciudad que de a poco se cae, se transforma como en cada otoño en otra. La ciudad y el espejo que me preguntan y no sé bien si les respondo o qué. Una canción que un poco se la debo a José María Arguedas, a sus letras profundas, porque me recuerda el interior que llevo en mi interior: el sur, el bosque, la vida de otra manera.


Caracola de montaña
¿a dónde te has ido?
¿te olvidaste de la roca milenaria,
pequeña caracola, que te sacó del mar
y te sembró en el bosque?
Caracola, pequeña coracita
¿olvidaste tus alas de cóndor?
¿tus gritos de puma frente al precipicio?
ay, caracolita, aquí no se te olvida
aunque mudes tu coraza
cuando crecés desde adentro
caracola de montaña
el lago no se olvida de tus colores
¿a dónde llevaste tus risas?
¿a quién le cantás en la mañana?
caracola, niña del viento
tu voz se fue a cantar al mar
las canciones de ríos profundos
que ahora lloran por tus besos
caracola, coracita,
¿a quién lloras en la ciudad?
¿olvidaste tus patas de cabra?
¿a quién le cantás en la mañana,
con tu voz de árbol en el viento?
caracola de colores, viajera
tu amor nunca será mariposa
porque tus alas son de carpintero.
Caracolita de la montaña,
vuelve a cantarnos tu risa
del lucero en la mañana.

domingo, 22 de mayo de 2011

Llegó la hora de dar un salto de fé.



Y a vos, Humo, te voy a extrañar muchísimo

martes, 17 de mayo de 2011

No te rompas, Máscara

La máscara tiene grietas. Siempre las tuvo, pero no se notaban. Ahora no puedo ocultarlo, un observador curioso y decidido puede verlas, y ya existe uno que las contempló. Por más que me asomé y mostré una pequeña parte de mi rostro ante la luz que me obligaba a revelarme,no me hizo sentir mejor. Anoche todo estaba bien, y hoy no. Me niego a reconocer que estoy equivocado, este carnaval, oscuro y tentador, no se termina; las cosas pueden funcionar a mi manera. Soy obstinado, terco, cabeza dura, orgulloso y cabrón. No me enorgullece, ni avergüenza, es sólo lo que es. Por primera vez contemplo el miedo de mirarse al espejo, pero hacerlo realmente. No digo contemplar simplemente el reflejo del cuerpo, sino observar ante un cristal mágico de antaño cómo nuestra esencia, nuestro ser en su forma completa se muestra ante uno. Todavía no es mi momento, pero se acerca. Ronronea debajo de la máscara, porque ambos sabemos que todo va a estar bien.
Además, la sonrisa me queda bien, ¿no?