martes, 23 de agosto de 2011

Hamaca



9 o 10 de junio

La ronda se inicia
y la alarma me trae del sueño
una casa bajo paltas
que se abre con el sol

Juan y las hermanas
y un pájaro en los párpados

la arquitectura de mi cuerpo
                          en panorámica:
algo se incendia en el cuarto,
o quinto piso.

La estrella por fin se cae
ahora tengo que caminar
para luchar en contra de eso
extraña máquina sin nombre
dispositivo, disciplina,
que intenta rellenar el aire de mi cabeza
con cemento…

                        y un día duele
                        un poco
                        y otro día más.

El último tramo para llegar
para enfrentarme a la cumbre
y a la pequeñez de estar ahí
y observar el mundo como mar
como océano de montañas azules…

Escasea el aire, las piernas pesan,
parece imposible pero sabemos que no.
Sólo parece.

Una latita herrumbrada entre las rocas
con escritos apurados
de manos temblorosas pero felices.

Silencios en el corazón, ahora
se va con el viento, se pierde.
Inmensidad y belleza y todo allí.

Gracias vida por encontrarme

y por darme alas de cóndor

y sangre de árbol.

lunes, 15 de agosto de 2011

ántropo/parte 3

Se acercaba el amanecer, y él caminaba ebrio por la ciudad. Pero, a diferencia de las tantas veces que volvía del antro de Juan en su ciudad natal, o como tantas otras en mucho lugares, no había tomado una gota de alcohol, ni fumado ni una bocanada de sus cigarros baratos. No se tambaleaba ni hablaba solo, no se consumía dentro de su soledad ni acarreaba el peso de sus arrepentimientos. Caminaba tranquilo, despacio(y eso que siempre camina muy rápido), observando la nueva ciudad que lo miraba medio dormida. Fue en una noche que entendió muchas cosas. Su borrachera era de puro orgullo, y finalmente dejó de ver a su alrededor a los distantes ántropos. Sabía que ahora no podía ser tan diferente. El charco terminaba de fluir para ser parte de algo más.
Pasaron cosas en medio. En realidad, cuatro importantes. La primera fue hartarse de la tristeza, pero no en un sentido pobre y mental, sino el deseo de repeler físicamente los estímulos externos que le causaban dolor. La segunda, fue la decisión de alejarse del entorno que lo había visto crecer y lo veía muy seguido deambulando al amanecer. Solo. La tercera, fue una pelirroja que tuvo la bondad de sacarle el polvo a sus huesos, la que fue capaz de quererlo a pesar de su cuerpo decrépito y magullado, de realmente regalarle un pedazo de ella sin temor. La sangre fluía mejor gracias a ella. Y por último, fue una Doncella, pero ésta era diferente. Es la que baila en su mente y cura sus ideas.
Esa noche recibió elogios. Mucho, y realmente gratificantes. Se había visto rodeado de un grupo de ántropos que lo miraban con respeto, con sonrisas, con reconocimiento verdadero. Y tanto duró ese calor que lo sentía en el amanecer. Se sorprendió a sí mismo pensando en que finalmente era un ántropo cualquier. Una parte de un mundo. Durmió sonriente. Al despertarse, llevó una silla afuera de su casa y contempló el atardecer, pensando. No sabía qué era. En realidad, nunca lo supo. Se había mirado a través de humo y alcohol, también en los ojos de un puñado de seres muy queridos, se había buscado a sí mismo en las montañas, en la ciudad, en la playa, en los bares, en los hospitales, en las casas de extraños... Y siempre salía con una respuesta a medias, convincente pero temporal. Y ahora estaba feliz. Ahora era feliz. Ahora lo miraban con calidez a los ojos. Ahora le estrechaban sus manos. ¿Quién era ahora? Pero por primera vez no le interesó. Si era un ántropo o un charco o lluvia o viento. Ahora caminaba sin esfrorzarse en no hacer ruido, ahora se quitaba las plumas y dejaba ver su piel. Era hora de dejarse ver ante el mundo que lo rodeaba.

viernes, 5 de agosto de 2011

(Escalofrío)


Escalofrío.
Aunque las piernas pesan, corro.
¿hasta dónde soportaré?
no miro hacia los costados
no miro
hasta que la cadena me tire del cuello
voy a soportar,
hasta que el dolor sea más potente
aprieto los ojos,
aprieto el corazón con violencia
y sangra como un árbol, mutilado
¿hasta dónde seguiremos así?
escribo porque la cabeza estalla
porque mi boca besa pero no dice
no digo
mientras tanto el invierno pasa
como pasó el verano y las hormigas.
Los pájaros me vienen a buscar,
quizás… me vaya con ellos
corro, un poco vuelo.
Siento un temblor acá
no de mis latidos
no de mis risas.
Me detengo ante la puerta
no quiero abrir cerraduras,
voy a esperar… una semana más.
Aprieto mi cuerpo contra sí mismo,
me abrazo, me beso y me voy.

martes, 2 de agosto de 2011

Ojo Antropomorfo

Es curioso cómo recién ahora abrís tu ojo izquierdo. Notaste la buena vista que gozaba el derecho y decidiste ver el mundo bajo una sola justicia. Realmente, ese ojo puede ver las cosas claras, en especial en la oscuridad. Pero ahora, tonto Búho, que decidiste dejar de cazar ratas y devorás serpientes, ahora que mostras tus plumas bajo la luz matutina antes de ir a dormir, ¿Qué vas a hacer? La luz te da dolores de cabeza, los recuerdos de la noche son confusos(y todos sabemos por qué) y encima querés salir en pleno mediodía. Vos, el ave nocturna, que extiende las alas con toda su fuerza bajo la luz de medianoche. Y para hacer eso, abriste el ojo izquierdo, el recuerdo de tu infancia, el vestigio de tu humanidad...el Ojo Antropomorfo. Sabés lo que te rodeo, sabés lo que te espera. Mostrá tus garras y, por Dios, no te confíes con las serpientes, son engañosas y versátiles, peligrosas por parecer dóciles, desde sus escamas hasta su lengua. Y vos siempre las admiraste, las amabas, y por eso no las cazabas...Cobarde tal vez, pero vivo también.
¿Qué es lo que querés ver? No te olvides por qué lo cerraste. Es el Ojo que no ve bien las cosas con el fin de modifcarlas, quitarles su verdadera forma y hacerlas agradables. El Pecado de los humanos, al fin y al cabo.