jueves, 29 de diciembre de 2011

Uno menos / Uno más

Sobre el tiempo que nos rodea
 tan poco podemos a veces decir sin caer en la espiral de la subjetividad
 que nos hace pensar que cada tiempo es como cada quien quiere,
o como alguien nos dijo que debe ser,
que comenzar a escribir pensando
 en que "termina" el año parece banal y refritado.

 Hay pequeñas cosas,
 como terminar un ciclo lectivo, como que cierran algunos bares o que se van tus amigxs de vacaciones. Cosas como visitar tu lugar de nacimiento una vez al año (siempre en la misma época) o como los deseos mismos de tantas personas, la mayoría desconocidas, que revolotean en la cotidianeidad de una semana: "¡feliz año!". Aunque muchas veces creemos que no lo decidimos, nos encontramos festejando que se termina un año, que empieza otro. Nos encontramos soñando cosas para el nuevo tiempo que se aproxima y deseando a las demás personas que sus sueños se cumplan.

Gracias por sus buenos deseos.

Por mi parte, 
este momento en que por unos y otros motivos
me obligo a parar, descanso, miro la luna y el sol
como si no los viera realmente en cada día.

Entonces siento todo aquello que ha brotado dentro de mi
vida
siento aquello que se fue, aquello que dolió y todo lo que amé.
Y como cada "año", éste que se está yendo ha tenido su color
y ha sido profundamente azul.

He sido más río que en otro momentos, 
río de reír a carcajadas y de llorar desbordandome
de aprender a fluir entre medio de las rocas.

Agua que está allí en el mismo lugar pero siempre en movimiento
transformándose
renovando su energía y recorriendo la tierra
tratando de escuchar de ella sus secretos...

agua
que busca entender
el mundo, ése
que la contamina, el mismo que le besa los pies
y le canta en la ducha, ese que abre sus brazos para recibirla
y que le cierra una puerta en la cara. Aquél que la enfrasca para venderla,
o la utiliza para extraer oro de una mina. 

...ese mundo que está repleto también
de soñadorxs, de amantes del agua y la tierra, de amantes de los amantes...

Soy río que baja de la montaña, 
recorriendo una distancia enorme para besar al mar.

He aprendido a beber de su agua, del agua salada de la ciudad.
He aprendido pero 
no olvido
 el sabor del agua que nace en la entraña del cerro.



                                                Azul de río que busca su camino entre las escabrosas baldosas de un mundo gigante de cementos, río que se llena de flores en la primavera y que escarcha sus orillas en el invierno. Con la piel mojada del llanto, del amor, del carnaval. Las pestañas como refugio, son testigos del fluir de este año infinito. Escribo estas palabras y lloro, porque   me vibran los ríos por debajo de la carne. Por suerte...

 Deseo un año de transformaciones, 
lluvias y torrentes para todas las personas del mundo. 
Les deseo al menos un rato
 de sentir su sangre fluir montaña abajo. 

* Gracias a todos los seres que han mojado sus pies en mi lecho, a quienes bebieron un poco para olvidar el cansancio del camino, a quienes chapotearon en mis remolinos... y quien no descubrió que de mi cuerpo nacía este torrente, que a partir de ahora sepa que antes fui río azul.



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