domingo, 28 de diciembre de 2014

2015/2014

¿cuándo termina un año y cuándo empieza?
hablar de cierres parece asunto de estos días, sin embargo me siento más que nunca como una serpiente que se muerde la cola, que se vuelve a encontrar con su inicio una vez recorrido el círculo de su cuerpo.
Así, en redondo, los días parecen burlarse del calendario laboral, de estudios, de las estaciones, de todas las marcaciones.

Así y todo, la piel se descascara lenta, muta.
ABRO
SUELTO
dejo que este momento sea uno más de transformación
mínima quizás, imperceptible a la mirada veloz, pero es.
Lo escucho.
Dejo que la repentina y aparente largueza de los días se vuelva aire.

Este es un buen momento para agradecer al mundo, a la vida, todo lo que amo. Gracias a todas las personas que comparten su sonrisa y entusiasmo, su abrazo.

Cada nuevo día crece en mí un corazón que me late a contratiempo,
siento el viento que me lleva entre las copas de los ñires
el río que me acuna rumbo al mar
las manos calentitas del amor que me abrazan
y los sueños... los sueños que no paran.

¡chin chin a la vida, a la risa, a los corazones que caminan!



*
2013/2014

2012/2013

2011/2012

2010/2011

2009/2010

lunes, 6 de octubre de 2014

Buenas noches, soy al que le dicen el Búho
Me despierto y paseo
En tiempos ántropos, unos años no son nada
Una generación poca cosa
Pero nunca es tarde y el despertar siempre es bello
Tiene color de ocaso y energía de amanecer

Todos aprendemos. Todos enseñamos.
Yo aprendo y me enseño
Y ahora pienso
Tal vez enseño algo más
Algo que todavía no se ve
Soy maestro, porque soy artista
Y mis obras se inspiran con tiempo
- se graban con palabras
- se escriben con el alma
- se pintan con alas

Mi nueva amante es extraña
Conocida, amada, olvidada, reventada
Siempre es musa, siempre es hermosa
Poetizada, recordada, transformada, ridiculizada
Para cada quien que la tiene en la mente
Para todas ellas, para todos ellos,
La Libertad tiene una cara diferente


lunes, 22 de septiembre de 2014

La sección de reseñas de Club Hem Editorxs propone una nueva mirada sobre los libros que se han editado a través de este sello. Esta vez, Matías Esteban nos regala su parecer sobre “Cardo”, poemario de Ana Colombina, editado por la Serie de poesía “Ojo De Tormenta”, en septiembre del 2013.


Para leer la reseña:
Reseña de Cardo por Matias Esteban


Para leer reseñas de otros libros:
Reseñas de Club Hem Editorxs



domingo, 7 de septiembre de 2014

Yo crecido y nosotros globalizados

¿Sobre qué tierra caminabas? Tierra roja, blanda y salada, dejaba manchas que nunca salen de la mochila. Pero no. Con mucha agua y perdón, con jabón y "let-it-go", las marcas rojizas salen de la ropa. Cada día se siente como un clic en el alma, cada paso es un sentimiento que finalmente se convierte en recuerdo archivado en un depósito destinado a ser olvidado si no se vuelve a usar. Y no tengo ganas de sacarlos a pasear pronto.
La Diosa de la Fortuna, a veces llamada popularmente Suerte, es una amante de los más cruel. Es amante, porque nunca nos seduce todos los días aunque todos los días queremos agarrarla bien fuerte de los muslos. Es cruel, porque nos hace sentir en la cima del éxtasis, nos da una seguridad única frente al resto de las Diosas, cómo si fuéramos de esencia divina, pero cuando nos abandona (y sí, tarde o temprano se va) nos deja con un vacío complicado de llenar. Mejor no enamorarse, porque nunca se va a emparejar con nadie. La Voluntad es mucho más comprensiva, aunque necesita que le digan "te quiero" todos los días, si nos sos vos nadie más se lo dice.
En estos momentos es cuando empiezo a sentir rencor por nuestro mutuo amigo invisible. Un cristal siempre disponible(por el precio adecuado, claro está), para esos momentos de soledad y aburrimiento cuando queremos estar acompañados pero no de gente sino de recuerdos, recuerdos vivos que siguen tertuliando sobre las cosas mundanas de la vida que quieren compartir. Son, entonces, memorias vivas, que del otro lado del mundo nos mantienen con la ilusión de que siguen a nuestro lado, de que todavía forman parte de nuestras vidas. Son un sentimiento que no queremos abandonar pero que tampoco podemos tenerlo en el pecho, lo que realmente buscamos es envolverlo en cristal y almacenarlo para poder mordisquearlo cuando el alma se enfría y no manda melodías a la cabeza. ¿Somos estúpidos, o elegimos ser ignorantes? Porque la verdad no te hace compañía, te recuerda que en esta vida estamos más solos que con nadie más, y esa realidad abrumadora puede otorgarnos tanto libertad como desesperación. Mejor mirar hacia otro lado. O mejor aún, mirar hacia el infinito conjunto de datos que existen pero no existen, esa dimensión alterna que nos esforzamos en conquistar pero que en el proceso dejamos que sea ella quien nos devore. El día que queramos arrancarnos los cables de la nuca vamos a comprender la ambigüedad: nos dominaron con fuerza de costumbre, nos enseñaron con paciencia y regalos, que no son más que espejos de de colores a cambio de oro. Los espejos son los cristales, pero lo que vale era brillante. Ahora, en cambio, brilla por su ausencia. Adiós, libertad, adiós, alma, adiós. Somos presos de nuestra propia estupidez. Larga vida al Gran Hhermano.

viernes, 1 de agosto de 2014

La Ciudad del Futuro

Era mi último sábado en la ciudad. Fui a ver a unas amigas a su trabajo, un bar, alrededor de las dos de la mañana. No se nada por el mismo río dos veces, me dijo una persona muy sabia. Pude ver con una perspectiva completamente diferente el lugar que podría haber sido mi trabajo. Bah, el mismo trabajo de antes. Sentí unas palabras cocinándose en mi cabeza, pero todavía no tenía ganas de pensarlas. Pero nada me pudo prevenir a lo que vino después.
Cuando cerraron, en lo que creí que iba a ser mi despedida final y a la cama, nos invitó la encargada a que vayamos al boliche de enfrente.

1º - "Cortó el celular y se apuró a decirnos: - Ya está. Podemos entrar todos gratis, sin hacer filas -.

Una de las mozas puso mala cara. Me miraba y como que no quería saber nada. Confío en su gusto. Fuimos. Ropa sport, camisitas y jeans, gafas oscuras cuando es de noche. Atravesamos como ocho monos, todos con cara de orto y trajesitos negros. A todos iba saludando la encargada, y de paso señalándonos a todo el grupo. Primero me sorprendió el frío que parecía hacer por las escaleras mientras nos adentramos en el boliche. Había mucha gente. Para ser más claro, había MUCHÍSIMA gente. De repente me encontré ante el espectáculo más escalofriante que jamás vi. No había un rincón en ese lugar que no tuviese a una persona parada encima. No había pasillos entre lo cuales caminar, ni hablar de mesas o sillas. Un mar de gente, entre el cual hay que empujar a todos a tu alrededor cada vez que querés moverte hacía cualquier dirección. Y la gente se mueve, tardando eternidades en ir desde la barra hacía ningún  lugar.
                     /la gente no baila. Apenas si se pueden sacudir un poco
                     /la gente no habla. La música es muy fuerte
                     /no hacen nada. Ves las caras y están todas transformadas

No sé que hago ahí. Es como ver cobrar vidas las palabras del Edu en la oreja. Siempre susurrando, y de repente los demonios que describe están frente a mis ojos. Pienso en los libros de ciencia ficción, en sus fantasiosas premoniciones, y veo aquellas historias volverse reales. El Futuro llegó.


Eventualmente salimos. Esperamos por alguien que salga en el bar de las chicas. De ahí veíamos las luces iluminando las calles, donde todavía había tantos haciendo cola para entrar.

2º - "Estaba indignada. Ella y el novio venían puteando desde que estaban adentro. - No lo puedo creer, ¡Cómo les gusta eso! ¡Que estúpida la moda! ¡Moda! Por eso van tanto... No entiendo cómo les gusta -
Fue ella quien llamó para que nos dejen entrar, y quién recorrió todo el boliche para que le den un fernet gratis en la barra.

3º - "Dijo una de la mozas: -Esto no es nada. Suele estar temprano. Es mejor ir temprano y conseguir un lugar para estar toda la noche -

4º - "Me dijo la moza: - Ay, bueno, ¿nunca estuvieron en un boliche lleno, che -
No.

5º - "Escuché cuando finalmente salíamos del antropomar a un tipo decirnos al vernos las caras, cagado de risa: - Uuuuy, ¡no vuelvo más! -


Caminé por la avenida para ir a tomar el colectivo. El show no terminaba todavía. Tres tipos caminando con los ojos clavados en sus celulares, no se hablaban, ni miraban hacia adelante, cada uno adentro de su propia pantalla. Los autos acelerando a toda velocidad a través del pavimento. Los colectivos pasando. La gente caminando. El ritmo no para nunca, las avenidas son ese río que nunca se calla y mantiene al barrio despierto. Siempre hay luz, siempre hay semáforos. Un ritmo imparable que se niega a dar tregua.
Estos es. Acá está. Esas personas trabajan toda la semana, o todo el día, y cuando llega el sábado no paran. Salen a tirar plata, se drogan para apagar el cerebro, para que el cuerpo se llene de una fuerza instantánea. En esa burbuja no entra la vida cotidiana, Eso es "moda". Toman, falopean, fuman, se empastillan, se pelean, se miran con odio, se empujan, se ríen. Estas son fiestas como de publicidades, que siempre muestran las fiestas descontroladas con la gente bebiendo y bailando. Esto es despertar y ver la noche. Yo nunca viví de noche. Estaba con los ojos cerrados.

Por suerte el bondi va a los pedos. Llegué y por primera vez me dormí boca arriba. Dormí a las seis de la mañana en la Ciudad del Futuro.

miércoles, 18 de junio de 2014

Esclavitud

El mundo se cierra sobre mí, impidiendo que respire sin sentir la brisa que congela nuestras almas. Estoy despertando. Y como todo aquel que despierta de un sueño muy, muy largo, mi mente se rehúsa a encenderse, como si fuera la pereza de los cinco minutos, pero con una fuerza descomunal llamada costumbre. Porque es más fácil que ver la realidad, vemos el espejo que nos muestra fantasías, que nos hace olvidar lo que ven nuestros ojos para reemplazarlo con la ilusión de otra vida, otras reglas, otra existencia. Quienes gozan de ignorancia, jamás serán libres pero siempre creerán que son libres. Quienes padecen de información sentirán el peso de las cadenas muy dentro de su alma.
¿Qué me hace esto a mí, que no soy ignorante pero tampoco tengo el valor de rebelarme contra mis amos? ¿Un cobarde? ¿Uno más del montón? Y aún sabiendo lo que sé, me fuerzo a mí mismo a encontrar placer donde siempre hubo placer, a pesar de saber que ese placer es una estrella que hace tiempo murió y simplemente puedo ver su luz.

Mundo curioso, el nuestro. Criaturas curiosas, nosotros.

sábado, 26 de abril de 2014

El espejo se equivoca. Refleja un mundo de fantasía, refleja utopías, refleja reflejos que no muestran la verdad. Las respuestas no las tiene el espejo, porque es una ilusión, una mentira de nuestra mente; las respuestas están donde el viento sopla y las piedras enmudecen, donde los colores duran segundos y si buscás la cámara desaparecen, son instantes donde se entiende que uno está vivo, respira y suspira.
Me pasé mucho tiempo en mis pozos, donde nada me toca o ilumina, donde está frío pero no quema. Y ahora, que quiero desplegar mis alas, pero no las de mi mente que tan lejos llegaron, sino las de verdad, me encuentro con un cuerpo entumecido, torpe, olvidado y débil. Por sobre todo débil. Es tiempo de aprender a volar. Mis ojos están listos para ver el mundo desde lo alto, sólo necesito plumas y alguien que sople.

"Tristes, redondas, inocentes gotas. Adiós, gotas, adiós"

sábado, 1 de marzo de 2014

Despedida

1.
La vi por última vez temprano mientras dormía. Me forcé a memorizar su cara, y de paso me la imaginé sonriendo. Ni bien me subí a la lancha me acosté en el asiento de atrás y dormité, como tratando de dejar en tierra el peso de mi alma. Mi cabeza estaba como en stand-by, no podía pensar bien nada de lo que hacía. Tuve la suerte de almorzar con Julieta, que con su charla y su risa pude distraerme fácilmente y relajarme un rato. Lo peor de todo, me fui temprano concienzudo de la hora, sentía que no podía arriesgarme. Fui a la playa que nos dio la bienvenida una vez, y miré esos colores que nos fascinaron hace un tiempo, ella y yo. Me acordé de que todo era genial, todo era Caribe y nosotros habíamos peleado duro para estar parados ahí. Supe ese día, sin lugar a dudas, que acaba de encontrar a mi compañera de viaje. Volví hasta Be Nice, el restaurante donde me esperaba la misma lancha que me trajo, y a su vez la había traído a ella una hora antes. Me senté en el muelle y comencé a sentir un nudo en el estómago, y traté de alejarlo. El mar estaba tan calmo, ni una ola, el casco casi que no se movía. La luz del sol tapada por las nubes era curiosamente tranquilizadora. Y yo supe que me faltaba algo adentro mío. Entré por segunda vez en el día al cuarto, y quedé desplomado con la espalda en la pared. No estaba, claramente, porque su presencia había desaparecido: la ropa tirada en el piso, las diez mil boludeces en el baño, sus dibujos desparramados, y sobre todo su sonrisa cuando me saludaba. Todo se había ido. Y entonces todo lo que había estado ocultando despertó en mi. Me partí al medio.
Esa noche, cuando finalmente pude irme a la cama, agarré su encendedor, que siempre vuelve a ella y que encontré de casualidad, el mechón de pelo que me me había cortado hacia días y me fui al muelle del hotel. Antes de continuar, voy a explicar la razón del pelo. Lo tenía muy largo, y me había crecido en todo el año que me pasé viajando. Creo que en toda esa mata de cabello fui atrapando y juntando experiencias, buenas y malas, sacando recuerdos de las primeras y aprendizajes de las otras. Y al cortarlo, me convencía a mi mismo que era tiempo de cortarlas, sacarlas de mi cuerpo con la seguridad de que su contenido ya estaba en mi cuerpo. Pero guardé un poco, sabía que ese era el último aprendizaje, y lo reservé para más adelante. Prosiguiendo con mi relato, me senté en la madera húmeda y, escuchando el sonido de las olas, contemplé los dos objetos. Me llevé el mechón a los labios y le di nombre: Juana. Lo prendí fuego, y cuando sólo quedaban unos pocos pelos chamuscados dejé que cayeran al mar. El ritual servía para que ese aprendizaje se mezclara con el encendedor, que ahora guardo conmigo, y a su vez se uniera con el mar. Ahora todo estaba conectado: el fuego, el pelo, el mar; el aprendizaje, su nombre y el lugar. A partir de entonces siempre recordaría a mi amiga, que compartimos un momento clave en nuestras vidas. A mi compañera de viaje, por corto que hubiese sido el tiempo, nos cuidamos el uno al otro. Y también a la mujer, la más increíble que conocí en largo tiempo de viaje. Espero nuestro reencuentro, pero no lo espero pronto. Adiós, Juana.