lunes, 22 de septiembre de 2014

La sección de reseñas de Club Hem Editorxs propone una nueva mirada sobre los libros que se han editado a través de este sello. Esta vez, Matías Esteban nos regala su parecer sobre “Cardo”, poemario de Ana Colombina, editado por la Serie de poesía “Ojo De Tormenta”, en septiembre del 2013.


Para leer la reseña:
Reseña de Cardo por Matias Esteban


Para leer reseñas de otros libros:
Reseñas de Club Hem Editorxs



domingo, 7 de septiembre de 2014

Yo crecido y nosotros globalizados

¿Sobre qué tierra caminabas? Tierra roja, blanda y salada, dejaba manchas que nunca salen de la mochila. Pero no. Con mucha agua y perdón, con jabón y "let-it-go", las marcas rojizas salen de la ropa. Cada día se siente como un clic en el alma, cada paso es un sentimiento que finalmente se convierte en recuerdo archivado en un depósito destinado a ser olvidado si no se vuelve a usar. Y no tengo ganas de sacarlos a pasear pronto.
La Diosa de la Fortuna, a veces llamada popularmente Suerte, es una amante de los más cruel. Es amante, porque nunca nos seduce todos los días aunque todos los días queremos agarrarla bien fuerte de los muslos. Es cruel, porque nos hace sentir en la cima del éxtasis, nos da una seguridad única frente al resto de las Diosas, cómo si fuéramos de esencia divina, pero cuando nos abandona (y sí, tarde o temprano se va) nos deja con un vacío complicado de llenar. Mejor no enamorarse, porque nunca se va a emparejar con nadie. La Voluntad es mucho más comprensiva, aunque necesita que le digan "te quiero" todos los días, si nos sos vos nadie más se lo dice.
En estos momentos es cuando empiezo a sentir rencor por nuestro mutuo amigo invisible. Un cristal siempre disponible(por el precio adecuado, claro está), para esos momentos de soledad y aburrimiento cuando queremos estar acompañados pero no de gente sino de recuerdos, recuerdos vivos que siguen tertuliando sobre las cosas mundanas de la vida que quieren compartir. Son, entonces, memorias vivas, que del otro lado del mundo nos mantienen con la ilusión de que siguen a nuestro lado, de que todavía forman parte de nuestras vidas. Son un sentimiento que no queremos abandonar pero que tampoco podemos tenerlo en el pecho, lo que realmente buscamos es envolverlo en cristal y almacenarlo para poder mordisquearlo cuando el alma se enfría y no manda melodías a la cabeza. ¿Somos estúpidos, o elegimos ser ignorantes? Porque la verdad no te hace compañía, te recuerda que en esta vida estamos más solos que con nadie más, y esa realidad abrumadora puede otorgarnos tanto libertad como desesperación. Mejor mirar hacia otro lado. O mejor aún, mirar hacia el infinito conjunto de datos que existen pero no existen, esa dimensión alterna que nos esforzamos en conquistar pero que en el proceso dejamos que sea ella quien nos devore. El día que queramos arrancarnos los cables de la nuca vamos a comprender la ambigüedad: nos dominaron con fuerza de costumbre, nos enseñaron con paciencia y regalos, que no son más que espejos de de colores a cambio de oro. Los espejos son los cristales, pero lo que vale era brillante. Ahora, en cambio, brilla por su ausencia. Adiós, libertad, adiós, alma, adiós. Somos presos de nuestra propia estupidez. Larga vida al Gran Hhermano.